Modelo 81 con todas sus partes originales


Frizz y vino tinto

Hace mucho que no escribo. No es que no lo hubiera necesitado, sino que me preguntaba mucho para qué... Si bien hay quien lea, los que deciden no escuchan. 

Pero hoy hay un para qué


Reflexiono seguido mientras hago la cola de la gasolina cada 10 días con culpógena mansedumbre; mi otra gran preocupación es que la luz se va seguido, por largas horas, entorpeciendo mi trabajo en línea. 


He visto a los que son más jóvenes que yo en dos extremos: o son full jedi y navegan la vida sin tocar tierra, con entendimiento absoluto de la naturaleza humana y su propia misión en la tierra... O están totalmente inadvertidos (pienso en la palabra oblivious) de lo que sucede a su alrededor, y están tristemente sofocados por la crisis que los obliga a sobrevivir de la peor manera.


Y aquí me permito la digresión de hablar en otro tono, porque sí, porque ya ustedes saben que soy rara


Quiero hablar del mundo sutil. Ese en el que solo somos una presencia, sin dolor en el cuerpo, sin materia, sin necesidad de plata, sin ideas preconcebidas ni preferencias, sino pura percepción enhanced


Para mí, con los años, esta se ha hecho más aguda y rara vez se equivoca. Me cuida de la lujuria desbocada, me previene de la incomprensión y el juicio, me aviva cuando me dejo llevar por mis crudezas y heridas primigenias. 


Yo sé que ese saber no es bienvenido en todas partes, sé que a muchas personas les genera repulsión que yo sepa tejer una trenza en el cabello de alguien amado, para rezarle y que crezca feliz. 



Yo sé muy bien que la canción salvaje que solo guardo para la reunión ritual puede ser bien recibida o inaceptable e incomprendida. 


Lo que me conmueve es que por muy inconscientes que estemos, buscamos desesperadamente encontrarnos con el otro en un ámbito sagrado, acudimos en luna llena a la juntada, porque la raíz nos está llamando.


A muchos se les ha olvidado cómo atender. Parece difícil volver a ese recuerdo animal bonito que nos provee un repertorio de recursos para sentirnos mejor y sanar en un arte completamente prohibido. 


Parece que vivir como dueños de nuestro destino es una prerrogativa que casi nadie tiene. 


Yo quiero pedir que, al menos, seamos dueñas del cuerpo. Y no lo pido como un favor, es un clamor que nos llueve en el corazón a las mujeres que no somos víctimas de nadie, pero asomamos la vida solas y llevamos una dulce carga, muchas a corta edad. 


Busco la anuencia de un poder netamente masculino, que se apropió de ello hace tanto que nunca se ha conocido un orden distinto. No hay sumisión ni rebeldía en mis palabras, simplemente lógica. 


De los viejos, no provoca ni hablar (pero ya dije lo que vi en los más jóvenes), y nuestros mayores están al borde de la desesperación, buscando un respiro entre la separación de sus hijos y la resolución de cada pequeño conflicto del día a día. 


Todos tenemos algo en común. Vendemos nuestro tiempo al mejor postor.


Algunos de mi edad tenemos el privilegio de tener empleo y damos un resultado satisfactorio; nos devuelven la moneda que alcanza en distinto grado para satisfacer una que otra necesidad. 


Veo en todos nosotros algo insatisfecho, una ambición no resuelta, un interés desmedido, una garra, una espuela afilada, una necesidad de explotar al otro y ver qué podemos sacar de cada persona o situación.


Hay hambre de la barriga y de la consciencia; esta última saborea el recuerdo de un cielo sin nubes, digámosle nirvana o paz mental... Pero la ignorancia del señalamiento, la competencia, la envidia, el desprecio absoluto por la bondad nos hacen olvidar.


Eso me lleva a hablar por los cientos de personas que se han lanzado del viaducto aquí en Mérida, como oleadas de gente que naufragaron sus vidas sin que nadie pudiera echarles un remo.


1899 - Ep. The Calling


Las campañas de dile sí a la vida son mediocres, vergonzosas y desnaturalizadas, sin ninguna consideración del contexto y la razón de la verdadera desconexión con la vida. 


Una infelicidad estructural por la cosificación de cada persona, que simplemente es un medio para llegar a algo, una mercantilización de las relaciones en las que el coito es meramente transaccional y un profundo desconocimiento de la necesidad natural de juntarnos a despertarnos.


En el proceso, hay quienes que no pueden identificar esa bondad, porque están educados para otra cosa. Nos entrenan para la violencia, la mordacidad, la astucia sin integridad, la viveza y el desapego de toda verdad. 


Y siempre habrá adelantados a los que nadie entenderá, serán blanco de burlas porque son realmente pocos, y muchos menos podrán ver lo certero de sus palabras. Y hasta esos pioneros volverán a dormir y a olvidar todo.


Puede que el atisbo de lo real solo dure cortos segundos, puede que el olvido sea tan feroz que venga la hora de morir y no podamos volver a percibir de verdad, para crear una salida amable de este lugar.


Spinetta se inspiró en la obra de Carlos Castaneda 
para escribir este tema sobre el desdoblamiento


Soy una mujer venezolana, nacida en 1981, con todas sus partes originales, amante del rock de Janis Joplin, defensora de los derechos del cuerpo, trabajadora de la economía híbrida, amante del orden matutino, escritora a la que nadie llamará “poeta” en vida, cantante de closet y madre soltera despeinada.


Ciudadana de acuerdo al monto; me ajusto a lo que me soliciten y me conformo demasiado, muy seguido. Vendo mi tiempo, ese en el que no presencio la más tierna infancia de mi hijo.


No vendo el cuerpo y, sin embargo, de alguna manera, no lo poseo. 


Este canto es triste y es un lamento, pero también celebra y agradece el amor que sí hay y nos tenemos. 


Escuché el llamado a controlar nuestro legado. Por eso escribí, para ponerle un freno a la decadencia de la razón de venir a vivir. Y si tienes poder ponlo al servicio de algo superior: hacerme dueña de mi cuerpo.


Comentarios

  1. Negra querida. Es importante que escribas, sobre en estos tiempos cuando uno, al menos yo, no encuentro nada que me emocione en los sitios web.
    Ciertamente son tiempos raros, difíciles, engorrosos, pero sigo creyendo en el arte, en el alma. De eso necesitamos.

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