Wahari: “Si no estuviera haciendo música estaría muerto”


El más joven de los cantautores de la Suite de Fuego, Wahari, lleva por nombre una palabra yanomami que designa al viento que sopla desde el anochecer hasta el amanecer. Él empieza la conversa contando que en su familia hay buena disposición para la música, pero que es el primero en dedicarse a ella por completo y afirma que de no ser así “estaría muerto”. 

Parece un muchacho bien de San Antonio de Los Altos pero le gusta ser ácido y cínico; Wahari  habla con la jerga de un anarquista; rechaza las normas anacrónicas de la sociedad. Es el segundo de tres hermanos, hijos de un director de teatro y de una artista plástico: “A los tres nos metieron en un conservatorio” dice, empezó estudiando violín aunque “quería estudiar primero clarinete pero era muy chiquito, yo entré muy pequeño al Sistema de Orquestas”, experiencia que encontró sorprendente pues entrando “te daban un violín y te metían a tocar con la orquesta”.

Confiesa que se inició en la música académica porque “me obligaban, me llevaban y yo lo odiaba, era horrible, estudiar música en un conservatorio ha sido una de las experiencias más traumáticas de mi vida... No sé si en este momento sea así, pero entonces la educación musical era horrible”, explica que le daba vergüenza equivocarse, no sentía estímulo de sus profesores y además reconoce que no le gustaban los ejercicios de rítmica.

Pero posterior a su paso por el Sistema de Orquestas “nos metieron a todos en el conservatorio ‘Pedro Nolasco’”, donde Wahari tomó clases de cuatro durante cinco años, luego “me dediqué a la guitarra y de ella salté a otras cosas, porque la guitarra clásica no me gustaba, era un fastidio estudiar, después agarré la popular y más adelante estudié la guitarra que me interesaba más, que era la guitarra jazz en Unearte”, universidad donde ingresó en el 2010, como parte de la primera cohorte de estudiantes: “Me gradué de Licenciado en música, mención ejecución instrumental jazz”.

Wahari tiene un disco en su haber, llamado “Se busca ratón” (Independiente, 2014), en el que se destaca el vibratto distintivo y la tersura de su timbre, que usa de manera bien desprejuiciada. En su debut las líricas maduraban, se notaba su fortaleza en la proyección vocal; en su segundo disco “Estamos bien” demuestra mayor soltura compositoral y fuerza interpretativa. Dice que ha creado las canciones en su casa y luego las ha llevado a la Suite de Fuego, para los arreglos de cuerdas, en calidad de coproducción con G4RC14.

Familia afinada

“En mi familia, aunque todos cantan, mis tías, mis tíos, mis hermanos, mis primos, todos cantan, pero no hay un músico en la familia. Todos son muy entonados, afinaditos, pero no hay músicos profesionales o gente que toque todo el tiempo” y parece que se enorgullece en asumir ese rol. “La música empecé a disfrutarla a los 14 años cuando me puse a componer, me puse a escribir canciones por diversión, romanticonas, por vacilón, por lo que escuchaba” explica el cantautor.

Se sonroja un poco al decir que oía “canciones chimbísimas, cosas con las que hace mucho tiempo dejé de identificarme”, le gustaba cantar los temas de Sin Bandera, o de baladistas como Cristian Castro y Ricardo Montaner; “toda esa mariconada me encantaba, pero no me arrepiento, porque eso fue lo que hizo que dedicara mucho tiempo a mi voz, me encerraba en mi cuarto a cantar”.

“Paralelo a eso escuchaba muchas bandas gringas como Red Hot Chili Peppers, en la etapa de Californication, también me gustaba Blink 182, lo que era el punk pop, que era más pop que cualquier otra cosa, como The Offspring, Sum 41, el neo punk y toda esa vaina. Recuerdo que en una época descubrí a Guns n' Roses, yo nunca había visto a esa banda, yo nunca había escuchando realmente rock”. Completa: “A mí me marcó el solo de Slash en Sweet Child Of Mine, me parece el mejor solo de la historia. Lo que hago ahorita es consecuencia del rock y las baladas”.

El juego de componer

“Pocas veces yo escribo canciones directamente a una persona. Pero, por lo menos en este -su segundo- disco ‘Enséñame’ es una canción romántica que fue escrita a alguien”, retrocede en su confidencia sobre sus nuevos temas y aclara “no necesariamente a alguien, la escribí imaginándome eso, un amor, una persona... Yo siempre digo que las canciones tienen que tener algo de realidad, es para alguien que a la vez es un poco imaginario, es un juego...”

“El resto de mis canciones por más que aparentan ser románticas son canciones que son profundamente sociales y políticas. ‘Estamos Bien’ es una canción que uno la escucha y puede pensar que es sobre alguien que está tirando, pero no sólo estoy hablando de tirar, estoy desmontando tabúes que todavía aún en esta era, en este siglo, en este año, tenemos sobre el sexo, sobre la libertad, sobre el contacto, sobre un montón de cosas, esa canción habla sobre la libertad, no sobre el sexo” aclara.

“‘No hay más’ es una canción que habla sobre el hombre y la sociedad, se pregunta sobre cuándo podremos ser libres. ‘Déjame decirte’ que también aparenta ser una canción romántica, es una canción que le estoy cantando a mi compañera, pero coño es sobre las vainas que estamos viviendo gracias a un sistema en el que vivimos, que nos oprime y nos tiene jodidos”.

La actitud de Wahari frente a la música es la de resistir: “Me da ladilla escribir canciones de amor que no tengan nada, obviamente son canciones de amor pero coño, que dicen y que reclaman algo sobre el mundo en el que vivimos”. Concede: “canciones de amor son, para mí el amor es todo, pero no son románticas, ni letras emotivas vacías. Son canciones que son de un individuo a otro, que hablan de un amor muy intenso y muy real que de verdad se siente, que no es una cosa superficial para vender, porque sabemos que esa música romántica vende porque la gente se siente identificada”.

“Todo lo que queremos los que hacemos música o arte es poder llevar el mensaje y poder vivir de eso, no aspiro necesariamente a ser rico o famoso, pero sí a poder vivir de lo que hago y lo que amo. Yo cuando me paro en un escenario y canto, yo le estoy entregando a cada una de esas personas mi alma en una canción. Yo de verdad canto con el alma, y estoy dando lo que tengo. ¿Para qué? Para que ese mensaje llegue y que una persona entre miles diga ‘coño, sí, no puedo seguir viviendo así’” apunta.

“Yo no hablo de problemas sociales, porque la sociedad ya es un problema”, afirma: “La sociedad es un problema; no le canto a una problemática social como el aborto legal, o los niños en África, porque todo eso es un sólo gigante que nos controla. Yo le canto a ese gigante, para que entendamos que ese gigante nos oprime todos los días, horas y segundos de nuestras patéticas vidas. Me gusta cantar cosas que la gente no se espera, una provocación para que la gente me preste atención, esto es a propósito. Es mi forma de resistencia. Si yo no hiciera música me estaría volviendo loco”.

Entre artistas

“Los artistas tienden a ser más cultos y eso yo no sé si nos hace más libres o nos vuelve más locos, porque nos damos cuenta realmente que donde vivimos, lo que nos rodea no está bien, por eso terminamos haciendo lo que hacemos: cantando, gritando, actuando y bailando para drenar eso, tiene que haber un escape, porque tenemos que escapar...” opina Wahari.

Otro de los cantautores que frecuenta la Suite de Fuego, Vic Bolívar, también reconoce el enorme talento del joven sanantoñero: “A Waha lo conozco desde el 2013, o antes. Yo había recién publicado ‘Pisada y Huella’ y entre los avatares de tocarlo y encontrar un nicho en la movida, empecé a buscar gente que anduviera en la misma. Wahari fue un hallazgo sorpresivo y grato. Encontré unos demos con dos canciones suyas en Soundcloud y concluí que era un cantante y un autor en pleno”.

“Algo que espero escuchar de un autor de canciones es una forma particular de contar lo que canta. Que cante y cuente. Con voz y narrativa propia. Esas virtudes las noté en Wahari de inmediato, conjugadas con su juventud. Lo agradecí, me contentó saber que existía. Unos meses después de eso nos conocimos personalmente y nos hicimos amigos de inmediato. Él ya conocía mi música y, junto a Dieter Negrín y G4RC14 fuimos construyendo un espacio de complicidad en el que creamos juntos y crecimos en todo sentido” continua Bolívar.

“En 2015 lo invité a cantar ‘Creer para Crear’ junto a Viover y en 2016 junto a Dieter y Kreils, hicimos una versión de ‘Verde, azul, violeta’. He sido parte de su banda como guitarrista y, en ese papel de músico de sesión, ha sido una de las bandas con las que más me he divertido. En fin. Creo que Waha es, ante todo, una voz, un cantante y un autor. Con una ruta larga aún por recorrer y de la que me enorgullece ser parte” afirma Vic.

Mientras que otro compañero de ruta importante es G4RC14: “Kreils tiene muy buen gusto por eso me gusta trabajar con él”, dice Wahari sobre el productor de la Suite de Fuego, con quien se apoya desde hace rato en la construcción de su sueño; de quien aprende y a quien pretende aleccionar de vez en cuando.

El teatro

La otra faceta de Wahari es el teatro; es actor en la Compañía Nacional de Teatro y ha participado en montajes como “Hotel Kafka”: “Yo creo que a mí el teatro me ha ayudado mucho. Cuando uno actúa entra en un estado muy loco de enajenación controlada, es un estado en el que en verdad no eres tú, eres el personaje” comenta “y cuando estoy cantando una canción aplico lo mismo, estoy en cada letra, en cada suspiro, en cada mirada, porque si no, siento que no tiene vida el arte. Si de verdad tú no te lo crees nadie te lo va a creer. Tú sabes cuando estás cantando y sientes la energía te das cuenta que estás llegando”.

Mientras que “las redes sociales para mí son un fenómeno complejo, sí tengo presente la tarea de ponerme a trabajar en otras formas de que mi música llegue de una manera eficiente a las personas, a través de las redes; porque sé que ahora eso lo es todo, ese mundo es el mundo de la música” reconoce. “Me pregunto cómo hago para sonar más en Spotify o Deezer, aunque tocar que es lo más importante, ahí sé que voy a llegar y lo voy a sentir, lo voy a ver, lo voy a notar y va a ser más enriquecedor”.

Wahari insiste en el hecho artístico porque dice que es su vida. “Una vez hablaba con Kreils (G4RC14) y le decía que yo no creo en Dios, santos ni espíritus, yo creo en la música, en el arte y para mí este es mi credo, esto es lo que me llena de vida, si yo no estuviese cantando o haciendo teatro estuviese muerto, no sé si física, pero por lo menos espiritualmente estaría muerto”.

“El arte es mi oxígeno y soy súper intenso con eso, cuando veo música mal hecha, o mal trabajada, por un error de criterio, desdén por el arte, sufro mucho, me siento mal y me retuerzo y me tengo que salir de la sala, porque de verdad, esa es mi vida. Y no digo que yo haga las mejores cosas del mundo, todo lo contrario esa misma cosa que me sucede también la sufro con mi música” comenta.

“Mi sueño es poder vivir de la música, no necesariamente siendo famoso, sino tener unos círculos donde tocar y poder sustentarme, generar ingresos para seguir produciendo música, seguir viajando y seguir enriqueciéndome de la música” cuenta. “Mi música no apunta al estrellato, sino a un grupo de seguidores que me puedan escuchar, un grupo de personas que de verdad le guste mi música, se divierta y entienda el mensaje”.

El futuro: Cuatro y hip hop

“Ahorita me voy un tiempo a Colombia, después me voy un tiempo a México a tocar, voy a compartir la música, de aquí al día de mi muerte me veo compartiendo mi música con las personas” decreta. “Lo más importante para mí es terminar este disco. Esperamos empezar a mezclar y masterizar. Estoy trabajando en el diseño. Cuento con la colaboración de un amigo que se llama Andrés Langae, que está haciendo unos dibujos y luego yo me encargo de la construcción del diseño”.

“Estoy escuchando mucha música norteamericana con influencias del rap y el hip hop, me gusta muchísimo. De hecho uno de los temas que estamos haciendo ahora, tiene una base de hip hop y fue a propósito. Cuando empecé a tocar aquí en Caracas por alguna razón me llamaron cantautor urbano y a mí me encantó, sí me encanta lo urbano, me fascina el rap, el hip hop, me encanta lo que está haciendo Lil Supa, Mc Klopedia, Cancerbero” señala. “No tengo nada de prejuicios con la música y yo creo que eso te da más herramientas, hay gente que se limita porque toca un género, yo disfruto hacer música”.

“Ahorita estoy súper fiebrudo con el cuatro. Como te dije yo estudié cinco años de cuatro y toqué con la estudiantina de la ‘Pedro Nolasco’, pero abandoné el cuatro y lo lamento; lo abandoné por la alienación de que la guitarra era el instrumento que debía tocar, siento que me violaron el cerebro, porque yo me pude quedar con mi cuatro y hacer canciones con él... Pero estoy componiendo los temas del tercer disco entregado con el cuatro, lo tengo al lado de la cama, me levanto y toco” dice Wahari. 

“Por estar tocando cuatro no necesariamente estoy tocando un joropo, una gaita de tambora, pero siento que estoy haciendo música con el instrumento de Venezuela, que es un instrumento que abarca muchas posibilidades, muy interesante y noble” establece. “Un día estaba sentado en la selva amazónica, frente al río, viendo a los Piaroa pasar en canoa y de repente estaba tocando en el cuatro un tres y compuse una canción. Creo que el arte debe ser así, sin limitaciones porque las cosas nunca quedan como quieres. El arte es una flor que hay que cultivar con esfuerzo y dedicación”.

2017. Mic.-

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